Altea Cantarero y el «noir» manchego: «Toda esa gran memoria narrativa ancestral de nuestras abuelas, que aparte de ampararnos nos puede divertir y entretener en la vida».
Por Eva Fraile.
Altea Cantarero es la escritora de Ogro, una novela negra como la noche que se desarrolla en los años sesenta en Cuenca y que comienza en una fecha muy concreta: la festividad de La Dolorosa. El horror, los secretos, lo legal y lo ilegal… Todo confluye en una trama muy marcada por lo religioso y lo tradicional, así como por los pequeños pueblos de nuestro país que merecen ser rescatados a través de historias tan bien trabajadas e ideadas como Ogro.
Puedes leer la reseña de Ogro en la web de La reina lectora.
No dejo de ver en Altea Cantarero a uno de los próximos referentes en novela negra de España.
Pregunta. Querida Altea, voy a comenzar con una pregunta fuerte. Tras la lectura de tu novela, Ogro, tuve la sensación (que compartí en mi reseña) de que tocabas un tema poco habitual en literatura: el papel de la mujer en el ámbito criminalístico. ¿Qué me puedes contar sobre esto?
Respuesta. Ogro es una novela muy femenina, aunque algunos de sus protagonistas esenciales sean hombres (el inspector Elcano, su mano derecha Tuñón y el resto del equipo de la Brigada de Investigación Criminal, así como el psiquiatra asesor y capellán del internado, el padre Lobo), también por una cuestión de coherencia histórica. Pero es, sí, una obra muy femenina, muy de mujeres, para empezar porque la ha escrito una, claro [risas], y todo lo que hacemos está encarnado y transido por nuestro lugar en el mundo, ese “dónde habitamos” corporal, lo que somos. Pero es, sobre todo, de mujeres porque muchas de sus personajes capitales lo son: la indómita madre Libertad, las adolescentes principales de la trama, las víctimas… ¡hasta sus posibles victimarias! Hasta incluso hay un cameo con Margarita Landi, que fue un referente pionero de la época como reportera de El Caso. Otras mujeres de la historia son poderosas a su manera, por ejemplo las jerarcas del internado; presento un cuadro, en fin, donde las mujeres son poliédricas, con escalas de grises, a veces con poder y agencia pero también siempre conscientes de sus limitaciones coyunturales. Que se las ventilaban como podían, vaya…
Ya la propia Agatha Christie supo hacer un gesto inmenso de vanguardia poniendo nada menos que a una mujer anciana protagonista de una saga, la señorita Marple. ¿Por qué esto es tan rupturista, tan revolucionario? Primero porque dignifica a las mujeres mayores, a las ancianas; y luego porque lo hace mostrando algo crucial: cómo precisamente su experiencia de la vida y su lugar en el mundo, en tanto que ancianas, las habilita de un modo especial para esa capacidad de observación, los intereses y esa sabiduría vital que hacen la magia para el caso de Marple.
P. Hay mucha literatura negra que sucede en las puertas traseras de la Iglesia. Quizás la que más ruido hizo fue El código Da Vinci, aunque también toca otros géneros. ¿Por qué detonaste Ogro con un escenario tan sacro y, a la vez, tan cruel en una fecha tan señalada?
R. Elegí el 15 de septiembre, la festividad de las Angustias o Virgen Dolorosa, porque el crimen que inicia la historia está directamente relacionado con la figura de la misma, esa insuperable imagen de una madre doliente con el corazón atravesado por nada menos que siete puñales, simbolizando los pecados capitales… La visión es por sí sola tan potente que, desde antes casi de imaginar la novela en conjunto, ella sola la originó. Fue su germen, su óvulo, podemos decir… Esta advocación mariana fue también la escogida, por idénticos motivos, para ser la patrona de la congregación y del internado religioso protagonistas ambientales de la novela. Es, asimismo, la Virgen del emblemático santuario que hay al final de la Bajada de las Angustias en Cuenca, un camino que recomiendo sobre todas las cosas…
La imaginería católica nos ofrece muchas ideas notables para recrear posibles tramas de noir, es algo que tenemos que aprovechar, porque además pertenece a nuestra tradición; seamos creyentes o no, nuestra historia está transida de todo ello. Aunque sin duda podamos inspirarnos en cómo los toraja de Indonesia, en lugar de enterrar a sus muertos, los sientan a la mesa a comer con ellos, ¡tenemos muy cerca elementos que dan argumento para toda una vida! Y conviene escribir sobre lo cercano, sobre lo que se conoce bien… Por otro lado, el elemento religioso siempre ofrece la gran posibilidad de disrupción: cuanto más poderosa sea una cosmovisión, una hegemonía, un “deber ser” sobre el mundo, más apasionante y truculenta puede ser su ruptura. El mandato, la presión, el sojuzgamiento… pueden ser originarios de la explosión más tremebunda, más sugerente. En sus diferentes rostros.
P. España es un país marcado, sin duda, por la fe y la política. Parece que siempre nos hemos encontrado entre ambas orillas. Esto se refleja muy bien en los años sesenta de tu novela…
R. En efecto, aunque Ogro nunca ha buscado ser una novela social, en alguna medida sí supone un pequeño retrato sobre el momento, la época en la que está ambientada… Esas fe y política, que para aquel contexto suponía que la segunda estaba delimitada del todo en su praxis por la primera, con lo que ello podía implicar: sobre lo legal y lo ilegal, sobre lo legítimo, los límites de la libertad y de la asfixia, las potencias escondidas, los secretos y el silencio, tantos y tantos secretos y silencio…
En Ogro, me centro sobre todo en el microcosmos que supone la vida cotidiana de aquel internado femenino, donde tantas niñas/adolescentes llegaban con apenas doce años para existir allí cada día, lejos de sus casas de origen, saliendo solo de los muros del colegio una hora semanal… sabiéndose afortunadas, pese a todo, por poder estudiar; asilándose y agremiándose entre ellas de modos singulares, en un ejercicio de sororidad difícil de comprender, seguramente, a nuestros ojos de ahora. Todo ello es, en gran medida, el ecosistema donde se desarrolla la trama de Ogro: el cadáver mutilado de una monja aparece en la capilla del colegio, perturbando su existencia dura y tierna a la vez; eso desatará en sus púberes corazones indómitos tanto la fuerza de la pura curiosidad, como el miedo cerval o el más profundo valor, porque algunas de ellas, incluso, como se verá, tendrán con la historia una relación íntima… ¡no puedo contar más sin desvelar el misterio, tendréis que seguir leyendo [risas]!
P. Me gusta mucho la expresión que utilizas cuando nos hablas de tus futuros proyectos: «Al amor de la lumbre». ¿Qué significa que las dos próximas entregas de la trilogía Ogro se estén cociendo tan cerquita del lar?
R. ¡Ay! Tantas cosas que pasaban al amor de la lumbre… la pasión sexual, una mujer pariendo, hacer la cena… Pero es que, además, estas cosas maravillosas, terribles, cotidianas, se narraban al amor de la lumbre. El relato sobre la vida, el cómo se cuenta la propia vida, que puede llegar a ser más importante que los hechos en sí… Esos cuentos de vieja nos han acompañado siempre, nos han acunado también, excitando nuestros miedos nocturnos que quedan, sin embargo, fuera de la ventana del hogar, a la intemperie, mientras nuestra niñez los escucha extasiada, refugiada, entre el espanto y el placer, sabiéndose segura al amor de la lumbre.
Esos cuentos que nos han construido, narrado, pero sobre todo amparado… Quería reivindicar, incluso en el mismo título de la segunda entrega de la Trilogía, que en efecto se titulará Al amor de la lumbre, toda esa gran memoria narrativa ancestral de nuestras abuelas, que aparte de ampararnos nos puede divertir y entretener en la vida, porque para eso estamos aquí. ¡Esos cuentos tradicionales han sido “negros” por antonomasia! Había mutilaciones, persecuciones, secuestros, brujería, canibalismo, filicidio… ¡y nos embelesan, a la vez que nos revuelven las tripas! De aquellos barros, estos lodos [risas]: Ogro nace con esa misma voluntad, esa vocación que habita en los cuentos de viejas al amor de la lumbre: entretener mucho, aterrar un poquito y hacerte, en fin, pasar bien el rato.
P. También has comentado en alguna ocasión que no buscas excitar intelectuales con tus novelas, sino entretener; sin embargo, a pesar del costumbrismo de la obra, Ogro presenta una calidad literaria muy alta y cierta perspicacia que no sé yo si es para tomárselo solo como ocio. ¿No crees que tu novela demanda cierto compromiso lector más allá del puro divertimento?
R. Sí [risas], probablemente, pero eso es porque respeto mucho a mis lectores, respeto mucho su inteligencia y, por tanto, creo que pueden (¡y deben!) recibir un producto bien cuidado que, aunque proyectado para divertirles en primera instancia, no esté exento de calidad literaria.
En realidad, creo que esta reflexión mía viene más de mi rebelión ante el hiato sostenido entre la considerada “alta” literatura, o “culta”, y la de “masas”, o “gran público” (fíjate que todo lo entrecomillo, porque lo pongo en duda), que ha dicho a veces Stephen King. Hay cierto elitismo en esas categorías que me causa rechazo. Siempre recuerdo que Shakespeare escribía para gustarle al pueblo, para que le entendiera el pueblo… ¡hasta los clásicos griegos escribían ya tragedias para que fueran representadas ante esas “masas” y conquistar el corazón de la gente normal! La gente sencilla, como tú y como yo, que se enamora de una buena historia, que vibra de terror y muere de amor, cuando es conveniente, ante un cuento bien contado…
P. Cuando leí por primera vez From Hell me pareció una verdadera tesis doctoral sobre Jack El Destripador y no deja de tener, este personaje, cierto cuento de vieja. A su vez, Ogro parece que estudia el concepto del mal, con seriedad, aunque en forma de relato susurrado. ¿Se pueden, Altea, sacar conclusiones sobre la maldad?
R. Sí, hay mucho de pregunta filosófica sobre la naturaleza del mal y también de la bondad, de la verdad y cómo la comprendemos… sobre la subyugación de la figura del psicópata clásico, esa criatura (no) humana incapaz de empatía alguna, y más aún: que goza con el mal ajeno. Creo que estas cuestiones son universales, atañen a cualquiera… ¿Qué entendemos por mal, por bien? ¿Es el mal la mera inacción ante el dolor de los demás? ¿El bien debe requerir la heroicidad, el sacrificio de cualquier interés personal? ¿Mentir está siempre mal… siempre, siempre, incluso cuando sepamos que la verdad va a suponer una tragedia…? ¿Cuáles son los confines de nuestro respeto a las leyes morales, dónde están?
Podría seguir hasta el infinito formulando pregunta sobre las que la filosofía contemporánea sigue dándose de tortas, sin un resultado claro. Seguramente porque no lo hay, para estas dudas no hay cálculo posible, no basta el rigor… porque nada está escrito en las estrellas. Ogro trata, con humildad, de aterrizar muchos de estos interrogantes sin solución en el mosaico de una historia concreta, con personajes para los que las cosas importan, que se juegan la vida (y el amor, y la muerte, y la libertad…) en muchos de estos dilemas. Recoge con ello, además, la estela ya explorada en gran medida por obras clásicas como Telón, la última de Poirot (el inmortal detective de Agatha Christie), donde se sondea la forma de psicopatía más genuina de un modo tan sutil como elegante… Pues bien, en Ogro encontraréis también nuestra particular singladura con esa figura del psicópata que nos aterra casi en pie de igual con la fascinación que puede llegar a suscitar…
P. Decimos que Ogro sucede en Cuenca, pero, en verdad, también se mueve por otros muchos escenarios cercanos a esta localidad. Pueblos que tienen mucho que decir… ¿Cuáles son algunos de los que se nombra?
R. Algunos de los principales son Las Pedroñeras (esa insigne “capital del ajo”), que es el pueblo del origen del inspector jefe Eusebio Cánovas; destaca también su vecino El Pedernoso, otro pequeño y encantador enclave que vio nacer a nuestra Polonieta Quijano, una de las grandes heroínas adolescentes más queridas de Ogro; Santa María de los Llanos es el pueblo de Gracia Zaldívar, la más joven y viva de las chicas que forman el ramillete del internado; la silenciosa Olvido de la Rosa es de El Provencio; la carismática Rocío Rendo, de Alberca del Záncara, y la valerosa Marita Portillo, de Belmonte…Villaescusa de Haro, Villalgordo del Júcar o Quintanar de la Orden son algunos otros pueblos que aparecen en algún momento referidos. Todos ellos atesoran un gran valor en sí mismos y son dignos de conocerse y visitarse; nunca he ocultado (¡al revés!) el elemento de homenaje que vive incandescente en las páginas de Ogro: para mí, estos nombres resuenan en mi memoria de infancia preñados de leyenda, hechizo y ancestral raíz… Olían a leña, sabían a cuentos, a los abuelos, a las campanas antiguas…
Otros pueblos que son referidos en Ogro, de mayor peso histórico en cierto modo, son Osa de la Vega y Tresjuncos, más conocidos en el imaginario popular por estar vinculados con el famosísimo “crimen de Cuenca”, inmortalizado en la gran pantalla por Pilar Miró en 1979. Se menciona también en Ogro la localidad de Albalate de las Nogueras, donde sucedió a fines del siglo XIX un crimen tan horrendo, el de los “Pacotes”, que para muchos debería ser considerado el “verdadero” crimen de Cuenca. Por dar un último ejemplo notorio, en Casas de Benítez una de nuestras personajes más subyugadoras trabajará durante un tiempo nada menos que en el Palacio de los Gosálvez, una auténtica mansión de estilo francés versallesco en la Manchuela conquense con una fascinante historia a las espaldas…
P. La despoblación es uno de los problemas más sonados en Castilla La Mancha, junto con la sequía. ¿Puede la literatura hacer algo por el primero?
R. Creo que esta respuesta hila justamente con todo lo que os comentaba en la anterior: la región está llena de posibilidades históricas, artísticas, de enclaves hermosos y de gran riqueza cultural que se ha de poner en valor… ¡y la literatura es una gran vía para ello! Hoy en día el patrimonio inmaterial (del cual el literario forma parte) ha cobrado un valor extraordinario, tras las primeras declaraciones de la UNESCO a inicios del milenio. No solo los molinos del Quijote (¡tan inmensos!) ofrecen esta extraordinaria oportunidad de puesta en valor patrimonial, destinada también al turismo, cómo no, y a la empleabilidad en general, sino que atisbo grandes augurios en relación con este noir manchego del que hemos hablado en otras ocasiones… Pensemos en las potenciales rutas turístico-culturales por Cuenca de la mano de Ogro…
De forma deliberada, muchos de los principales sucesos criminales de Ogro ocurren en enclaves significativos de la bellísima ciudad (y la segunda parte se adentrará en la zona de las Torcas de los Palancares y Tierra Muerta, las Lagunas…), desde los puentes de San Antón y San Pablo, la Casa de la Sirena o la Bajada de las Angustias, hasta la Cruz del Diablo y los paseos por las hoces del Júcar y Huécar… todo es inmensamente literario y ofrece un relieve óptimo para su puesta en valor desde la perspectiva del patrimonio inmaterial. Por lo pronto, Cuenca “de la mano de Ogro” ya cuenta con un anticipo en el recorrido patrimonial-literario que se hizo de la obra a raíz de la entrevista que la escritora Fátima Romero me realizó; y la misma web “Mapa de libros” para la provincia de Cuenca podría ser un buen punto de partida para iniciativas en este sentido, que yo aplaudiría…
P. Ogro está autopublicada. ¿Por qué? ¿No te planteaste buscar editorial?
R. La opción por la autopublicación, o el camino de la escritura independiente, fue meditada y motivada en aquel momento, aunque por supuesto no definitiva o exclusiva de alternativas diferentes en lo venidero. Después de explorar el mercado editorial durante casi un año, por razones prácticas y personales (soy muy impaciente, también, todo sea dicho [risas]), decidí que lo más ventajoso para mi circunstancia era lanzar la obra de forma independiente: al ser novel, carecer de padrinazgo y, además, ir con pseudónimo, cualquier editorial consagrada se me revelaba como vetada, y algunas ofertas que recibí de editoriales menores no parecían superar en ningún tipo de ventaja a la opción de la autoedición, que ha ido adquiriendo en estos últimos años un cariz bien diferente y supone en muchos casos una alternativa sólida a la editorial tradicional.
Este camino, como otros, tiene virtudes e inconvenientes. Para mí, insisto en que la autopublicación no se trata de un compromiso ideológico; es más, si tuviera oportunidad de publicar con una editorial seria, sería para mí un placer iniciar esta nueva vía, acompañada por profesionales expertas con quienes, sin duda, el proceso al conjunto (edición, corrección, promoción, distribución…) sería óptimo y ventajoso para todas las partes. Entiendo que la industria literaria supone un campo de alta profesionalización y experticia en el que yo soy lega… yo escribo, y eso es lo que quiero hacer; para el resto del proceso, sería un sueño contar con un buen equipo.
P. En palabras de la autora, ¿qué nos dirías para animarnos a apostar por tu novela?
R. Soy consciente de la inabordable dimensión de las ofertas literarias hoy en día, de todo tipo… así que, sí, es una pregunta legítima: ¿por qué optar por abrir las páginas de este Ogro, en lugar de cualquier otra cosa? Como su autora, creo que Ogro puede ofreceros algo distinto, algo que está conquistando tanto a un público adepto a la novela negra en particular, como uno más generalista o todoterreno, y asimismo al posible lector más exigente en lo narrativo… Si te gustan las novelas trepidantes de misterio, de suspense clásico, pero también con tintes románticos, de ambientación histórica y con énfasis en las relaciones personales de los personajes, todo ello en una narrativa mimada hasta el detalle… una obra donde la trama y los hechos son tan importantes como ese ecosistema donde todo cobra vida, Ogro es tu próxima lectura. Creo que solo queda recordar aquí, para acompañar a las mías, algunas de las palabras de lectoras y lectores de Ogro que, hasta la fecha, me han regalado su impagable entusiasmo y me hacen seguir escribiendo cada día… selecciono aquí apenas dos, para vosotras, vosotros, invitándoos a que me hagáis llegar, si queréis, vuestra impresión en el camino compartido del Ogro… Gracias, siempre…
Opiniones de Ogro en Amazon
“Me acabo de terminar Ogro… me ha gustado, me ha encantado, la he devorado, es una maravilla […] Un manejo extensamente demostrado en cómo nombra, cómo describe… qué bonitas metáforas. Qué montón de verdades. De esas simples, plasmadas en frases sencillas y elegantes. El manejo del silencio para contar un cuento bien, de los que hacen que quieras, no, que necesites llegar al final”.
“Cuando una novela te gusta sin fisuras no puedes (yo no puedo) hacer una biopsia. Punto. No puedo decir nada porque he alucinado tanto con su estilo, su plumica bonica, su relatario de los peores y mejores flecos del ser, su saber contar y su saber callar. Mostrar. Ella controla los tiempos, te engaña un poquito, la muy bruja coruja, en 30 capítulos más bellos que el sol, te esquiva y te encuentra porque, ay, lector, con Altea estás atrapado. Sí. Para siempre”.
Si quieres descubrir otra opinión más amplia, te dejamos con la reseña de Ogro en losmejoreslibros.top.
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